lunes, 13 de junio de 2011

violencia en los adolescentes

Hay gran preocupación por la incidencia del comportamiento violento entre niños y adolescentes. Este complejo y perturbador asunto necesita ser cuidadosamente entendido por padres, maestros y otros adultos.

Los niños pueden demostrar comportamiento violento aún desde la edad pre-escolar. Los padres y otros adultos que presencian este comportamiento pueden preocuparse por el niño, pero por lo general, "esperan que lo supere al crecer". Hay que tomar muy en serio el comportamiento violento de un niño, no importa su edad. No debe descartarse diciendo que "está pasando por una fase".

La gama del comportamiento violento:
El comportamiento violento en niños y adolescentes puede incluir una amplia gama de comportamiento: explosivos arrebatos de ira, agresión física, peleas, amenazas o intentos de herir a otros (inclusive pensamientos homicidas), uso de armas de fuego, crueldad hacia los animales, encender fuegos, destrucción intencional de la propiedad y el vandalismo.

Factores que aumentan el riesgo de la violencia
Muchas investigaciones han llegado a la conclusión de que hay una interacción compleja o una combinación de factores que lleva a un aumento en el riesgo de un comportamiento violento en niños y adolescentes. Estos factores incluyen:

  • Comportamiento agresivo o violencia previa;
  • Ser la víctima de un abuso físico y/o sexual;
  • Exposición a la violencia en el hogar y/o la comunidad;
  • Factores genéticos (hereditarios de la familia);
  • Exposición a la violencia en los medios de difusión (televisión, radio, etc.);
  • Uso de drogas y/o alcohol;
  • Presencia de armas de fuego en la casa;
  • Combinación de factores de estrés socioeconómico en la familia (pobreza, carencia de medios, privación severa);
  • Separación matrimonial, divorcio, padre/madre soltero, desempleo, y falta de apoyo por parte de la familia)
  • Daño cerebral debido a heridas en la cabeza.
¿Cuáles son las "señales de alerta" de la violencia infantil? Los factores de riesgo en los niños que presentan lo siguiente en su comportamiento y los cuales deben de ser cuidadosamente evaluados:
  • Ira intensa,
  • Ataques de furia o pataletas,
  • Irritabilidad extrema,
  • Impulsividad extrema,
  • Frustrarse con facilidad.
Los padres y los maestros deben de tener cuidado de no minimizar este comportamiento en los niños.

¿Qué se debe de hacer si el niño demuestra comportamiento violento?
Cuando el padre u otro adulto está preocupado, debe de inmediatamente hacer arreglos para que se le haga al niño una evaluación completa y comprensiva por un profesional de la salud mental cualificado. El tratamiento oportuno por un profesional puede muchas veces ayudar. Los objetivos del tratamiento típicamente se enfocan en: ayudar al niño a aprender cómo controlar su ira, a expresar su frustración y su ira de manera apropiada, asumir responsabilidad por sus acciones y aceptar las consecuencias. Además, los conflictos familiares, los problemas escolares, y asuntos comunitarios se deben tratar.

¿Se puede prevenir el comportamiento violento infantil?
Los estudios de investigación demuestran que la mayor parte del comportamiento violento se puede reducir o impedir si se reducen o eliminan los factores de riesgo enumerados arriba. Lo que es más importante, los esfuerzos se deben dirigir a reducir dramáticamente la exposición del niño o adolescente a la violencia en el hogar, la comunidad y los medios de difusión. Es evidente que la violencia fomenta la violencia.

En adición, se pueden usar las siguientes estrategias para reducir o prevenir el comportamiento violento:
  • Prevención del abuso infantil (a través de programas sobre la crianza de los niños, apoyo a la familia, etc.).
  • Educación sexual y programas para enseñar a los adolescentes cómo criar los niños.
  • Programas de intervención temprana para niños y jóvenes violentos.
  • Supervisión de la violencia que ven los niños en los programas de televisión, los videos y las películas.

martes, 7 de junio de 2011

Accidentes automovilísticos en la adolescencia

Cuando uno abre el diario o mira un noticiero, cada vez es más frecuente enterarse que algún joven ha tenido un accidente automovilístico. Es una realidad que aumenta día a día, y -de corazón- no creo que nadie quiera acostumbrase a leer este tipo de cosas y que pasen a ser parte de lo cotidiano. Deberíamos preguntarnos como padres, qué es lo que está pasando con este tema. Por un lado, chicos que no tienen la edad suficiente para sacar el registro conducen; por otro lado, están los chicos que sí tienen la edad necesaria para obtener la licencia de conducir, pero que tal vez (y las cifras lo demuestran) no estén maduros para hacerlo. Creo que aquí hay muchos problemas que derivan en estos hechos fatales. El no saber decir NO es uno de ellos. En la adolescencia, cada permiso, cada concesión, cada decisión es una batalla, casi en el 100% de las familias. El pedir el auto prestado no está fuera de estas luchas cotidianas. ¿Estamos dispuestos a enfrentarnos a nuestro hijo y decirle que no? ¿Qué actitud tomamos? ¿Nos hemos puesto a pensar que tal vez nuestro hijo cumple con la edad mínima para sacar el registro, pero que no es lo suficientemente responsable para cuidar su vida y la de lo demás? ¿Tomamos los recaudos suficientes para que no usen el auto sin permiso o hacemos la vista gorda para evitar un problema? La falta de límites es algo que abunda hoy en día. No se por qué razón se nos hace difícil decir NO y aceptar las consecuencias que ello puede traer aparejado. Esto pasa en todas las edades. La diferencia está en que decir que no a cierta edad, puede traer como consecuencia un berrinche. Cuando nuestro hijo crece, dejar hacer puede ser la diferencia entre la vida y la muerte. Para que nos sea más fácil tomar conciencia del gran problema que estamos atravesando, en el cual se juega no sólo la vida de nuestro hijo, sino la de todos los demás, comparto con Uds. esta información que el Sr. CARLOS GEISER de la Asociación LUCHEMOS POR LA VIDA nos ha brindado muy gentilmente. “En ARGENTINA el 19% de los muertos en Accidentes de Tránsito tienen entre 16 y 24 años.  Unos 1.500 jóvenes y adolescentes mueren todos los años en Accidentes de Tránsito en Argentina    ACCIDENTES CAUSADOS POR ADOLESCENTES AL VOLANTE (16 - 17 años)   ACCIDENTES FATALES*           16 - 17 años                CONDUCTORES ADULTOS    Error del Conductor                       82%                                       62%  Exceso de Velocidad                     37%                                       23%  Accidente Univehicular                 44%                                       29% En dichos estados aumentó significativamente el número de accidentes mortales. (*) Estadísticas correspondientes a Estados Unidos donde se otorga la licencia de  conducir los 17 y en algún caso incluso a los 16 años)” Las cifran realmente dan miedo. Si bien, como hemos leído, algunas no pertenecen a nuestro país, no podemos ser tan inocentes de pensar que acá no pasa, porque sabemos que por desgracia sí ocurre. Para ayudarnos a dar una solución a este problema que nace en el hogar pero involucra a la sociedad toda, Luchemos por la Vida ha desarrollado esta guía para padres que les pido, por la vida de sus hijos y la de todos, lean con detenimiento. 
Guía para padres, tenga en cuenta lo siguiente: 
1) Los jóvenes al volante corren peligro. Los más jóvenes (menores de 25 años) se accidentan tres veces más que los mayores, son causantes de la mayoría de los accidentes que sufren, y mueren más por esta causa que por cualquier tipo de enfermedad. 
2) El tránsito de la Argentina es de alto riesgo. Tenga en cuenta que el tránsito es un sistema conformado por cada uno de los que se mueven en la vía pública, en interdependencia los unos de los otros. Cuando piense en su hijo/a conductor/a, no pierda de vista el riesgo que implicarán los que compartan el sistema con él o ella. 
3) Cada joven es una persona única y diferente; así como su preciada vida, que es única e irrepetible. Procure evaluar las posibilidades de su hijo/a para ser un conductor seguro: - Personalidad (por ej: si es impulsivo, inestable, irascible o agresivo, mejor decir que "no, porque te quiero"), - Responsabilidad y madurez en su manejo de las situaciones cotidianas (estudio, trabajo, etc.) - Actitud ante el riesgo (si suele exponerse o verse "casualmente" envuelto en situaciones peligrosas, abstenerse de autorizarlo). - Grado de independencia con respecto al grupo de pares (un ejemplo típico de dependencia preocupante, es el de los chicos que siempre se apoyan en sus amigos para decidir qué hacer o a dónde ir). Comentan que hacen algo, aunque no quieren, porque los demás lo deciden y se muestran angustiados cuando se ven obligados, por circunstancias ajenas a ellos, a hacer algo distinto. - Antecedentes de accidentes y/o incidentes (en especial de carácter violento). - Actitud frente a la autoridad. 
4) 17 años es la edad mínima, no la obligatoria para conducir autos. Hasta los 21 años su hijo/a necesita su autorización para gestionar su licencia para conducir. Use esta atribución con responsabilidad, para bien de su hijo. 
5) Se puede volver atrás con la autorización, no así con los daños de un accidente. Aunque Ud. haya autorizado a su hijo/a para obtener su licencia, si su comportamiento como conductor es peligroso, Ud. puede presentarse y pedir la revocación de la misma. De todas maneras, no olvide el viejo dicho "Más vale prevenir que curar". 
Cuando decida que su hijo o hija está en condiciones de aprender a conducir, no lo deje solo/a, comparta con él o ella el proceso de aprendizaje y entrenamiento: 
A) Si puede, inscríbalo/a en una buena escuela de conducir. Un experto puede iniciarlo en las técnicas de conducción en mejores condiciones de seguridad que Ud. Pero corrobore que el programa del curso incluya los conceptos de la "conducción segura o defensiva, preparación indispensable para su seguridad y toma de conciencia del sistema del tránsito. 
B) No le dé el auto, suba con él. Acompañe a su hijo/a en el proceso de entrenamiento, aún después de sacar el registro. Guíelo en sus prácticas, y transmítale su experiencia, hasta que lo vea andar seguro. 
C) Sea paciente, respetuoso y refuerce su confianza, destacándole sus conductas y decisiones acertadas. 
D) No dé por sentado que algo, él o ella, ya lo sabe. Acompáñelo/a y comparta su experiencia al conducir en diferentes situaciones: por ej.: con lluvia, de noche, con alto tránsito, en ruta, etc. 
E) Sea un buen ejemplo para su hijo/a. Use siempre el cinturón de seguridad y conduzca a la defensiva. Recuerde que los mensajes contradictorios pueden ser como un boomerang. Por ej.: no podrá hablarle de conducir a baja velocidad si Ud. no lo hace, o compra dispositivos para burlar radares. Su ejemplo vale más que mil palabras. 
Estas sugerencias son también válidas cuando se decide autorizar a los hijos a conducir ciclomotores o motos, vehículos más riesgosos que un automóvil, aunque algunos padres se resistan a creerlo.   Como en todo, se trata de acompañar, enseñar, guiar y para ello, muchas veces es necesario decir que no. Es natural que los chicos, a cierta edad quieran conducir, pero es nuestra obligación que lo hagan cuando corresponda y con absoluta responsabilidad. Prestar un auto en ciertas circunstancias, puede acarrear robarle la vida al otro. “Mis padres me enseñaron la importancia de las personas sobre los objetos materiales” (Randy Pausch) Dios quiera nuestros hijos puedan decir lo mismo de nosotros.

miércoles, 1 de junio de 2011

Gingivitis, un problema de los adolescentes.

La mayoría de la población piensa que las enfermedades de las encías –periodontales- sólo las padecen los adultos. Sin embargo, la gingivitis, la primera etapa de esta enfermedad periodontal, es muy común en los niños y los adolescentes. De hecho, se ha incrementado hasta en un 60% los pacientes jóvenes que acuden a la consulta con este problema. Esto se debe como resultado de hábitos bucodentales incorrectos en el menor, además de factores genéticos, patologías sistemáticas o cambios hormonales durante la pubertad.

La adolescencia es una etapa de mayor riesgo


La prevalencia de padecer enfermedades periodontales aumenta durante la adolescencia a consecuencia, principalmente, por la falta de motivación en la práctica de la higiene oral. “Es habitual que cuando el menor cumple los 13 años sea independiente a la hora de cepillarse los dientes y usar el hilo dental, por lo que los padres supervisan menos si sus hijos mantienen correctos hábitos bucodentales”, explica el director médico de Vitaldent. De ahí que en muchos casos los menores descuiden sus hábitos de higiene.

Además, otro agente que hay que tener en cuenta son los cambios hormonales relacionados con la pubertad, que incrementan el riesgo de desarrollar la enfermedad periodontal. Durante esta etapa, el aumento en el nivel de las hormonas, -como la progesterona y el estrógeno-, causa una mayor circulación sanguínea en las encías.
Esto puede provoca que se inflamen más, aumente la sensibilidad de las encías y se origine una reacción más fuerte a cualquier irritación, incluyendo las partículas de comida y la placa. Aunque es frecuente que, a medida que pase esta fase, las encías se irriten menos al descender el nivel hormonal, sin embargo, hay que extremar el cuidado oral diario.
Si no se trata este problema desde temprana edad, puede dar lugar a enfermedades más severas porque las bacterias avanzan rápidamente invadiendo el hueso y el tejido que rodea al diente formando pequeñas “bolsas” que causan la caída prematura de los dientes del menor. Por ese motivo, el diagnóstico temprano es importante para obtener un tratamiento exitoso de las enfermedades periodontales desde edades tempranas.